Hoy amanece caluroso, la casa está en silencio y solo se oye el ir y venir del ventilador luchando para aligerar el ambiente. Por fin me siento delante del ordenador con un gran vaso de agua fresca con limón y menta. Hoy no es un día especial, pero la llegada del verano, los días más largos y relajados y los desayunos modo slow hacen que, por fin, escriba mi primera entrada en el blog.
Desde que en marzo Tinta Ilustrada salió a la luz, tenía pendiente estrenarlo, pero siempre tenía mil razones para postergarlo. Hasta hoy, que me lanzo de lleno, esperando encontraros al otro lado.
Hoy voy a hablaros de un sueño, un sueño que se está haciendo realidad y del que, ya seguramente, ya os he hablado.
Nunca hubiera imaginado tantos cambios laborales en mi vida, pero lo cierto es que desde que el run- run de emprender se instaló en mi consciencia, ha pasado mucho tiempo. La verdad es que ha sido y está siendo un camino complicado y no exento de miedos, regado con alguna sensación agridulce, pero también con momentos de alegría desbordante, donde se mezclan sentimientos de incredulidad por lo conseguido, dudas razonables de que sea un sueño, un corazón latiendo a mil y una sonrisa de oreja a oreja. Y, seguramente, así seguirá siendo por un tiempo más. Por lo que aprender a valorar el proceso, ha sido, seguramente, uno de los aprendizajes más valiosos que he tenido hasta ahora.
Quien me conoce bien sabe que desde siempre me ha gustado dibujar, aunque en ningún momento me planteé dejar todo lo conseguido en mi campo profesional para dedicarme a crear, dibujar y pintar. En mi casa, no eran muy dados a dar alas a lo artístico y la verdad, creo que no se fijaron mucho en observar y potenciar mi vertiente creativa. Una vez empecé la universidad y entré en el mundo laboral, lo artístico quedó relegado en el fondo del cajón, hasta que con la llegada de Bruna y Max fuí recuperando el gusto por los lápices.
Nunca fui a clases de dibujo ni de pintura, así que casi ya en la cuarentena, Ricard fue el responsable de desencadenar donde estoy hoy, ¡me regaló mi primer curso de ilustración! Y si, con ello empezó todo, haciendo que la rueda de la ilusión empezara a girar de nuevo.
Desde ese día, han pasado muchas cosas, he conocido a gente maravillosa, gente que -sin saberlo- me ha ayudado a que hoy esté escribiendo mis primeras líneas en el blog de Tinta Ilustrada. Y gente inspiradora, con quien he ido tejiendo relaciones de compañerismo y amistad que suman y enriquecen, para que juntas lleguemos más lejos.
Porque para mí, Tinta es como un tercer bebé, que refleja lo que soy, lo que creo, lo que pienso y lo que quiero compartir con vosotros. Pero esto quizás… quizá sea tema para otro post y pueda esperar a otro día, ¿no os parece?
Pero antes de despedirme, solo quiero asegurarme que te hayas suscrito a la newsletter. Si todavía no lo has hecho, ¡corre a suscribirte! Sólo por ello, en la newsletter de la semana que viene, te llevarás unas láminas que podrás descargar para poner en tu rincón preferido, … ¡Espero que te gusten y las disfrutes!
Y ahora sí, te doy la bienvenida a este universo de pinceles y bocetos,
Bienvenido a Tinta Ilustrada