“La delicadeza de la acuarela, con sus sutilezas e imperfecciones”
Hace unos meses me lancé, por fin, a hacer realidad uno de mis deseos. Organizar y preparar un taller de acuarela yo misma, eligiendo la ubicación, la temática, los detalles, su duración,…
Parece obvio que si uno tiene un deseo y este es factible y fácil de ejecutar, se lance a la piscina sin más. Pero para mí, dar este paso, era entrar en una zona que me alejaba de mi zona de confort.
En el momento en que tomé la decisión, tenía sentimientos ambivalentes. Por un lado, cierto temor a lo que pudiera suceder: ¿le interesará a alguien? ¿Se apuntará gente? Ups, ¿qué les voy a explicar? qué vergüenza hablar en público, ¿no? ,… Por otro lado, estaba saboreando cierta dosis de ilusión, de dar un paso más, mariposas en el estómago, dicen algunos. Para mí, una felicidad nerviosa.
Mi primer reto era encontrar un entorno en el que me sintiera identificada. En casa les decía que quería encontrar un sitio “Tinta”.
Quería un lugar especial, distinto a una sala con sillas y luz artificial, preparada para talleres, con poca personalidad. No por nada, pero mi ilusión era crear un ambiente especial, mágico y que esas horas creativas fuesen recordadas por ser distintas a otras experiencias.
Esto de ser distinto, viene de lejos. Fue una de mis frases favoritas desde la adolescencia con cualquier cosa que yo tuviera que hacer, buscar, comprar, etc. Mi madre debe aún recordar cuando de mis labios salía el fatídico: “es que quiero algo diferente, especial, que me llame”, fuera lo que fuera “aquello”. Ahora me doy cuenta, que siempre he intentado rodearme de entornos, cosas, experiencias,… bellas, que signifiquen algo por si solos, que comuniquen sensaciones positivas, acogedoras, delicadas, etc. Pero de esto ya hablaremos otro día, porque daría, creo yo, para un post bien largo.
A lo que íbamos, hacía meses que navegando por IG e investigando un poco, encontré la cuenta de Taller Silvestre, y cuando Alina vino a Barcelona a impartir un taller de flores prensadas (muy recomendable, por cierto), lo hizo en un local que para mí fue un flechazo total. El taller me robó el corazón y fue lo que me impulsó a dar el paso definitivo y no me defraudó.
El objetivo del taller era hacer una aproximación al mundo de la acuarela de forma amena y que se perdiera el miedo a los pinceles, hablando de materiales, trucos y practicando con ejercicios sencillos.
Es resultado fue maravilloso. Una mañana especial para mí, y creo yo que para mis alumnas también a tenor de sus testimonios posteriores. Fue un Atelier especial y distinto:
“Un pequeño tanteo en el mundo de las acuarelas, único, que te permite
hacer un paréntesis y tener un espacio donde crear, relajarte y conectar.
Cris ha preparado un taller mimado hasta el detalle que conduce con una dulzura
que te hace sentir como en casa.
Un taller precioso y totalmente recomendable”, testimonio de una alumna.
Quería que el taller también fuera inspirador, lleno de información útil y consejos para que las alumnas pudieran implementar de inmediato con sus nuevas creaciones cuando estuvieran en casa. Todo enfocado a un mundo también “muy Tinta”: el mundo de las flores y la botánica.
“Las plantas y las flores son un
lenguaje universal
que te acerca a los demás”
Tener una mañana relajada, creativa al 100%, con música de fondo, con una charla agradable y a veces con silencios inspiradores con las compañeras, fue una experiencia muy agradable.
A partir de este primer atelier, han seguido otros tantos y de todos ellos, rescato las sonrisas nerviosas y esquivas de cuando las alumnas llegan y no se conocen, se presentan tímidamente, van sentándose y observan todos los detalles. A partir de ahí, el coger los pinceles, preparar las acuarelas y empezar los ejercicios para entender y conocer la técnica. Para mí, es importante que cada una vaya a su ritmo, sin prisas, para que poco a poco se vayan soltando.
Y sí, a partir de ahí las miradas se convirtieron en charlas relajadas, en momentos de silencio nutritivo y en risas espontáneas. Cada logro personal se celebraba y en los “fallos”, el resto alentaba.
He de decir que las mariposas estuvieron en mi estómago la primera media hora. A partir de ahí, volaron y desaparecieron… sintiéndome cómoda y disfrutando del momento.
Y aquí sigo, buscando espacios que sean “Tinta”, acorde a lo que es mi proyecto, mis valores, donde prima aquello bonito, acogedor y, sobretodo,… diferente.
Por ahora puedo deciros que después de este parón forzado, ya estoy preparando nuevos talleres de acuarela, en lugares también muy, pero que muy especiales.
¿Querrás descubrirlo?